Dicen que la información nos hace
libres, pero estoy casi seguro de aquellos que afirman tal cosa, son los mismos
poderosos encargados de suministrarla. No cabe duda de que la información es
algo muy importante para evitar los abusos y en general, para tener una idea
más aproximada del mundo. Pero también tenemos que tener en cuenta que la información
nunca ha sido libre y siempre hay filtros que determinan quiénes la reciben y
cómo. Internet parecía que iba a romper dicha barrera y que por fin, la información
fluiría libremente acabando con el modelo imperante. El problema es que a día
de hoy, internet no sólo no ha logrado tal meta, sino que reproduce la misma situación
que estábamos viviendo antes de ella.
Evidentemente, Internet ha hecho
que aparezcan muchos interlocutores nuevos. Las nuevas tecnologías han facilitado
el acceso a este medio a cantidades ingentes de personas, pero no podemos
perder de vista un dato: Internet sigue siendo un soporte escaso en todo el
mundo. Internet, que presume de tener una dimensión global, requiere de unas
infraestructuras que en mayor parte, únicamente pueden ser sustentadas por eso
que llamamos primer mundo. Por tanto, creo que considerar a internet como la
herramienta de liberación definitiva, es un poco ambicioso, al menos, tal y
como se encuentra actualmente.
Todo esto viene a raíz de un par
de textos en los que se comentaba, precisamente, la incidencia liberadora de
internet sobre las sociedades humanas. Desenredar la ilusión y Transformando la
ilusión muestran el contrapunto entre dos puntos de vista diferentes. Mi visión
coincide más con el primero de los artículos, no creo que internet sea la
herramienta de liberación del hombre, la desaparición de los grilletes ni las
diferencias. Más que nada, porque el control de esta herramienta no es libre.
Su gestión pertenece a grandes empresas, que son aquellas que posibilitan su
acceso, y en gran medida, los contenidos a los que tenemos acceso. Además, no
nos podemos olvidar tampoco de los gobiernos, la otra parte del tándem de
poder, que buscan controlar internet para satisfacer sus propios objetivos. Eso
cuando forman parte del juego democrático, porque si no lo hacen, basta con
darle cerrojazo.
En el caso español, quizá uno de
los experimentos fallidos, según mi punto de vista, de todo este sentimiento de
búsqueda de liberación ha sido el 15M. Una iniciativa surgida de internet que parecía
que iba a revolucionar y liderar el cambio hacia un sistema mucho más democrático.
El resultado no ha podido ser más tibio y la situación no sólo no ha mejorado,
sino que su impacto social real ha sido anecdótico. Puede que sea un comienzo
de algo más, no lo sé, pero hace falta algo más de determinación que un
conjunto de buenas intenciones y de utopías.
Internet no basta para liberar a
las sociedades. Al ejemplo anterior, podemos añadir la laureada primavera árabe.
¿Estamos seguros de que ha sido un éxito? Internet jugó un papel clave, pero ¿realmente
se han cambiado las reglas del juego? O por el contrario ¿han sustituido unos
tiranos por otros? Internet no es más que una herramienta, muy poderosa pero
que por el momento, no controlamos. Por tanto, afirmar que es capaz de liberar
las sociedades por el mero hecho de facilitar el flujo de informaciones es un
tanto atrevido.
Aún no hemos visto consecuencias
reales ni un cambio verdadero. Quizá internet sí suponga algún cambio en la democratización
de la sociedad, pero hasta que llegue ese momento, únicamente es un nuevo
juguete que los poderosos nos han dado. Convertirlo en el punto de inflexión de
la situación actual a una más libre, es algo que nos corresponde como sociedad,
pero todavía no hemos descubierto como hacerlo.
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